miércoles, 2 de septiembre de 2009

La Escuela de las Americas





























He aqui el testimonio, recogido en 1976 por dos periodistas chilenos de un ex boina negra de la misma nacionalidad:














Nos hablaban del marxismo como de una corriente filosófica, pero una corriente de odio, de hombres poseídos por el demonio, gente cuyo cerebro desarrollaba las ideas más diabólicas. Ideas como masacrar y destruir al mundo, y sembrar el odio. Y nuestra tarea era combatir con el fusil esas ideas. Y Dios nos iba a dirigir para eliminar el comunismo del mundo.














Entre los distintos cursos prácticos, los más edificantes son los que se refieren a la llamada "inteligencia militar". EL curso E-16 (combinado con el E-15) titulado "Métodos de interrogatorio", por ejemplo. Esta enseñanza que se imparte a lo largo de seis semanas y está reservada a suboficiales que hayan acreditado al menos la graduación de cabo, un nivel de estudios de seis años como mínimo y una experiencia en el sector, permite obtener el título de "interrogador de inteligencia militar". Dice el mencionado testigo:














- ¿Y cómo es eso de la inteligencia?







- Inteligencia militar... A nosotros nos entregaban esa instrucción hasta cierto nivel, no más; obviamente, no nos enseñaban todo... La inteligencia militar estaba basada en dos cosas: no entregar información y recibir información. Esto último es mediante interrogatorio. O sea, capturar un tipo sin que se enteren los otros, interrogarlo, matarlo, eliminarlo, enterrarlo. O sea, interrogarlo mientras pueda hablar, y una vez que el tipo se muere, hacerlo desaparecer para que los rojos no se enteren de que hemos captado información. Eso es inteligencia militar.














- ¿Y cómo eran las clases de tortura?







- Clases prácticas. Nos tomaban a nosotros, nos metían palos de cerillas debajo de las uñas.







- A ustedes, sus alumnos, el teniente Labbé, ¿él los torturaba?







- Claro. No sólo él, sino también los oficiales y los reclutas; había varios instructores. Nos tomaban, nos colgaban de los dedos con una cuerda. Nos decían: "cuando hay un tipo rebelde, y no quiere hablar, no se puede perder el tiempo golpeándolo sistemáticamente. Hay que dejarlo que sufra bastante tiempo, y piense sufriendo... se le adormecen los dedos, se le detendrá la sangre y sufre grandes dolores. A la vez, lo que tú le estás haciendo no es fuerte, no es para matarlo".







- ¿Qué más les enseñaban?







- Desnudarlo y hacerlo correr sobre las piedras, entre las espinas, sin zapatos. Amenazarlo con cigarrillos encendidos, en laa mejillas, cerca de los ojos, en la boca, cerca de los labios... Acercárselos lo más que se pueda, que sienta el calor, que se queme la piel, pero sin aplicarle el cigarrillo.







- Porque deja marcas?







- Sí. Nos enseñaban que había que acercar la brasa lo más posible, que se queme la carne, pero sin que se apague el cigarrillo. Acercárselo a las tetillas, a los testículos, apretarle las tetillas...







- A las mujeres también?







- Para las mujeres había sistemas diferentes. Cuando una mujer era guerrillera, era muy peligrosa; en eso insistían mucho, en que las mujeres eran extremadamente peligrosas. Siempre eran apasionadas y prostitutas. Y buscaban hombres... y por esa razón estaban en la guerrilla; para tener hombres. Entonces, lo mejor era encontrar a la persona que ella más quería, su hombre o sus hijos, y pegarles, torturarlos delante de ella...














Todos los informes existentes sobre la tortura indican que "el cuerpo femenino siempre fue un objeto especial para los torturadores. El tratamiento de las mujeres incluía siempre una alta dosis de violencia sexual, como esposas y como madres, eran claros objetos de tortura sexual.














Lo que el cabo candidato al cargo de "interrogador", primer eslabón de la cadena de la inteligencia militar, confiesa que no le enseñan es el plan de conjunto en el que su práctica adquiere sentido. El verdadero objetivo es la implementación de un plan económico que destierre para siempre el idealismo de compartir los bienes y desterrar cualquier idea subversiva que amenace la "propiedad privada" que se acumulara indefectiblemente en pocas manos.







Así, al día siguiente del golpe de estado de Chile, los servicios de inteligencia desembarcaron en la DINA para interrogar día y noche a sus compatriotas. A la vista y conocimiento de los servicios de inteligencia estadounidenses y de Henry Kissinger, asesor del presidente Nixon para la seguridad nacional, los jefes de las agencias de inteligencia de las dictadiras de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay inauguraban la Operación Cóndor, verdadera internacional de la tortura, los secuestros clandestinos y las desapariciones forzadas. Su objetivo: recoger, intercambiar, clasificar, cruzar las informaciones sobre dirigentes de la oposición en cada uno de esos países con el fin de organizar operaciones conjuntas para eliminarlos. El descubrimiento de los "archivos del terror" de la policía secreta de Paraguay en 1991 no hizo sino confirmar la amplitud de ese plan. Ya en 1977, la revista profesional Computer Decisions publicaba un artículo con un título provocador, "¿Le vendería usted un ordenador a Hitler?", de dos informáticos estadounidenses que interpelaban a los fabricantes y suministradores de estos sistemas informáticos.







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